
Llegamos a la escuela con el mismo propósito, pero no todos llegamos en el mismo barco

Un nuevo año escolar nos invita a la reflexión sobre la diversidad de estudiantes que tenemos, sus distintas realidades, expectativas y necesidades.
En cada aula de nuestras escuelas se acogen historias, realidades y sueños que provienen de los más lejanos rincones y hogares, que albergan la esperanza de mejores oportunidades para sus hijos e hijas.
Inspirados en el pensamiento de Aristóteles, podemos decir que la igualdad verdadera no consiste en dar a todos lo mismo, sino en dar a cada uno lo que necesita. Reflexionemos sobre la travesía que afronta cada niño y cada niña para llegar a clases, luego de meses de verano en casa.
Para esto, tomemos prestada la metáfora de los diferentes tipos de barcos, para reflexionar sobre los diferentes trayectos de los estudiantes en el camino a la escuela, aunque el propósito de ir a la escuela sea el mismo, muchos son los factores que marcan diferencias entre unos niños y otros, por esta razón, la preparación, la reflexión constante de los docentes y la acogida, son escenciales.
Yates cómodos, veleros, botes a remo, veleros con velas remenmdadas y hasta tablas improvisadas para intentar llegar sin ahogarse. Así vemos la diversidad de estudiantes, unos que regresan a la escuela desde entornos seguros, con cuidado y atención, otros que luchan junto a sus familias por subsistir, familias con cultura lectora y familias con bajos niveles de lectura, algunos niños con oportunidad y acceo a la tecnología, cercanos a un mundo global y en desarrollo, otros con pocas oportunidades de acceso pero también unos niños con exceso de uso, niños y niñas con acceso social y cultural, otros sin oportunidades de interacción, con obligaciones y con realidades distintas y distantes.
Cada estudiante, según su realidad y el momento que le toque vivir, traerá tantas historias como necesidades que la escuela debe ser capaz de atender, escuchar y recibir, así como cada maestro, observar y tomar en cuenta para su propuesta de aprendizaje.
Familias nucleares, extensas, reconstruidas, adoptivas o de acogida, con espacio o limitaciones, en conflicto con la ley, familias lectoras o no lectoras, con historia de estudios o no. Todas familias valiosas, con deseos y sueños de ofrecer lo mejor a sus hijos, pero con historias que marcan de manera determinante el apoyo que puedan ofrecer. La escuela se convierte en ese lugar seguro, cargado de esperanza, el espacio que permite romper estos ciclos y abrir oportunidades para el florecimiento de cada uno de los niños y niñas que recibe.
La reflexión para iniciar un nuevo año escolar, más allá de la planificación y cumplimiento regulatorio, materiales y detalles físicos, está en la preparación interior, en la comprensión de las múltiples realidades y en la voluntad de ser un verdadero promotor y agente de cambio para recibir una diversidad de estudiantes que, aunque comparten un mismo sueño y navegan hacia un mismo propósito, no han recorrido la misma travesía para llegar hasta la escuela. Todos llegan con distinto punto de referencia.
Yates cómodos, veleros remendados, botes a remo y tablas improvisadas, cada uno avanza hacia el propósito con ritmos y posibilidades distintas, a cada uno los acompaña el sueño de las oportunidades que brinda la escuela. El reto de los maestros y las maestras no es dar lo mismo a todos, es conocer detenidamente a cada uno y dar lo que cada quien necesita para alcanzar su propósito.
Como recordaba Lorenzo Milani: “No hay nada más injusto que hacer partes iguales entre desiguales”.
Cuando suenan las campanas, “a la clase que ya es hora”, suena un himno de esperanza, que cada maestra, maestro, equipo directivo y familia, entona con fuerza para que nuestros hijos e hijas sean recibidos en espacios seguros, promotores de aprendizajes significativos y custodios de la mayor esperanza. Es su derecho y es nuestra responsabilidad garantizarlo.
Algunas ideas que fortalecen la misión que tenemos desde la escuela, ideas para reflexionar, compartir y ajustar según las múltiples realidades, contextos y diversidad que acoge.
- Estudiar detenidamente el grupo de estudiantes que se recibe.
“La escuela debe ser un espacio donde todos tengan un lugar para existir y ser escuchados”. - Inés Dussel
Cada niño y cada niña que llega tiene un lugar y un espacio, tiene un nombre y tiene su historia individual. Es labor del docente revisar el perfil de cada alumno, recibirlo por su nombre e integrarlo a un grupo de seres humanos, donde cada uno debe sentirse bienvenido y recibido con interés y atención a los detalles.
Conocer anticipadamente sus historias, estar preparados para recibirles y acoger sus múltiples realidades.
Permitir su expresión, fomentar el compartir sus historias, todas igualmente relevantes y dignas de ser escuchadas.
- Reconocer y atender la diversidad
“No se trata de preparar al alumno para que sea igual a todos, sino para que pueda ser él mismo”. - Jean Piaget
Al reconocer de dónde vienen los niños y las niñas, sus múltiples realidades y diversas necesidades, tenemos la oportunidad de un planteamiento flexible, que permita navegar por la propuesta curricular de distintas maneras y entrando por diversas puertas hasta encontrar un buen camino de aprendizaje para cada uno de manera especial.
El primer paso no es enseñar, sino escuchar y mirar con atención. Conocer de cada estudiante, sus reacciones, su ritmo y sus silencios, recordar que TODO HABLA, estar atentos con la mirada y con el corazón. La preparación más importante del docente no es la técnica, es la humana; a partir de ésta, podrá cultivar la empatía, para ver más allá de las calificaciones y entender las circunstancias que las moldean. Esta comprensión ofrecerá mejores resultados en todos los aspectos, hará de las competencias técnicas un camino de reales oportunidades.
La flexibilidad y atención a la diversidad requiere compromiso, dedicación y aprendizaje constante por parte de los docentes. Algunas ideas de apoyo:
- Rutas de aprendizaje diferenciado, el uso de la tecnología en estos casos permite abrir oportunidades para los distintos ritmos dentro de un mismo grupo. A falta de tecnología, tener alternativas de actividades funciona para este fin, tanto para apoyar a los más adelantados como el soporte que necesitarán los menos aventajados.
- Apoyos extraordinarios, luego de evidenciar las necesidades, ofrecer el apoyo a cada estudiante según su realidad como punto de partida, identificar las necesidades diferenciadas que necesita cada uno y que deben ser cubiertas para recuperar el ritmo. La confianza, la participación y la interacción con otros son esenciales para este fin.
- Diversidad de materiales y recursos, para quienes aprenden leyendo, quienes aprenden escuchando y quienes aprenden experimentando. Contar con un banco complementario de recursos, no solo disponible, sino también en el marco de la propia planificación complementaria, hará realmente manejable la atención a la diversidad.
“La diversidad de estilos de pensamiento y aprendizaje es una riqueza, no un obstáculo”. - Jerome Bruner
- Hacer énfasis de un propósito compartido
Hacer claros recordatorios de que todos siguen un propósito compartido, hacer a cada estudiante y sus familias parte de la búsqueda en el propósito, de tal manera que se sientan acompañados, reconociendo que son observados y recibidos en su realidad, siendo la finalidad de la educación una realidad compartida.
Reconocer siempre los puntos de partida y respetarlos, de tal manera que este propósito compartido no represente una amenaza para los estudiantes sino más bien una puerta siempre abierta a nuevas oportunidades de crecimiento.
“Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos”. - Paulo Freire
En el propósito compartido de enseñar y promover aprendizaje, cada barco navegará a su propio ritmo, y así cada barco tendrá su propia luz, sus particularidades, sus fortalezas y sus oportunidades de seguir creciendo. Bajo la responsabilidad de un GRAN MAESTRO, los barcos llegarán a puerto firme, en un esfuerzo compartido de remar juntos.
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